….by Jon Ander Musatadi
Hace unos días tuve una de esas oportunidades que no puedes dejar pasar y que quedan para siempre en tu memoria: cené con una familia india, invitado por un buen amigo que nos hemos hecho en la residencia donde nos hospedamos. Sólo llegar allí ya fue una experiencia, en rickshaw, donde su familia nos esperaba a las puertas de una humilde casa cuadrada bastante típica en India y nada más llegar ya me estaban llamando por mi mote, “Musa”.
El interior era muy sencillo, una simple habitación donde cocina, salón y dormitorio eran todo uno…25m2 donde conviven padre, madre y cuatro hijos! Una de las sorpresas vino ya antes de la cena, cuando la hija mayor nos sirvió vasos de agua con sabor a rosa. Supongo que os sorprenderá lo del sabor a rosa, pero aquí todo lleva sabor a rosa, los batidos, el agua, el jabón, las galletas…Esto da para un post entero, en breve os contaremos más detalles por la moda del rosa en India.
La gastronomía India es muy variada y rica debido a la mezcla de culturas traídas por numerosas colonizaciones durante siglos. Algo que define a la India desde el paladar es el uso de especias, las verduras y el arroz. Entre los condimentos más importantes, jengibre, comino, ají, curry… Son tan importantes en su cocina que existen mezclas ya famosas como el garam masala o tandoori masala.
Para cenar nos sentamos en el suelo, algo realmente incomodo para mí tanto por mi falta de costumbre por la postura como por mi metro noventa de estatura! Y, aunque ellos no los necesitaban, a nosotros nos sacaron cubiertos para comer, impresionante la habilidad que tienen para comer con las manos. Nos sirvieron una ensalada de tomates con pepino, arroz blanco y carne de vaca con una salsa con cierto toque a curry. Lo de la carne de vaca me sorprendió, al ser sagradas en India, pero claro, eso es cosa de los hindúes y ellos eran musulmanes. Por lo menos en mi caso, respeté los huesos de la carne, pero por su parte ni rastro, ¡¡se comían hasta los huesos!! Ver para creer.
Una comida tradicional india aderezada con conversaciones sobre su vida, la religión…una cena a la que siguió un paseo por uno de sus tesoros: las fotografías y recuerdos de la familia, que guardaban en su caja fuerte. Una experiencia de la que salí muy pensativo, y también con un estómago muy satisfecho. La próxima toca en “nuestra casa” una buena tortilla de patata!