Hoy viajamos hasta Tailandia con otra de las finalistas del concurso Food Trend Trotters de AZTI-Tecnalia, Usua, que nos habla de su visión de la alimentación en ese país en su condición de turista mochilera. Seguimos el rastro de los olores que nos inspira el sudeste asiático…
Cuando viajas por el mundo con una mochila y un presupuesto ajustado, uno de los mejores lugares es Asia, porque es tan económico que te permite disfrutar de casi todo. Este verano viajé a Tailandia, un país que nunca te deja indiferente, y es que es el país de las sonrisas y de los contrastes. El norte es pura selva y el sur tiene una costa increíble, sobre todo para descubrir buceando. Los thais son gente tranquila y muy agradable, lo que hace que viajar por ese país sea una experiencia única.
Estar en Tailandia y no pensar en comida, es imposible, porque está allá dónde mires. Lo primero que me llamó la atención cuando llegué allí fueron los olores, a veces increíbles y sabrosos de esos que se te hace la boca agua, pero otros muy desagradables, tanto que se te quedan en la nariz y que tienes que irte rápido de ese lugar. Y es así porque en Tailandia hay comida en todos lados y a todas horas.
Por lo que me contaron las casas thais no tienen cocina, y a ellos les gusta comer poco pero muchas veces, así que siempre hay puestos en cualquier rincón (en un río o en tierra firme, da igual), un fuego, una olla y ya tienes un lugar perfecto para cocinar cualquier cosa… los tailandeses comen a cualquier hora y se las arreglan con muy poco.
En mi caso empecé conociendo la comida tailandesa con respeto o miedo (según se vea) a la famosa descomposición del viajero, que quería evitar a toda costa. Así que los primeros días siempre comía en algún pequeño restaurante que aparecía en la guía o que tenía buena pinta. Pero pasados unos días, y asumiendo que las bacterias de mi estómago ya se habían familiarizado con la nueva flora tailandesa, empecé a disfrutar de todos esos puestecillos callejeros que invaden las ciudades, y a hacerlo como ellos… comiendo a todas horas.
Y ahí llegamos a los sabores. En la comida thai la base indiscutible es el arroz, todo plato va acompañado con arroz, arroz con pollo, arroz con gambas, arroz con curry (verde, amarillo o rojo), arroz con cerdo… lo que sea pero con arroz. Aunque también están los noodles (de arroz, por supuesto!), los padthai ganan por goleada, muuuuy buenos. Y como no, siempre con una cervecita helada (una Chang, la del elefante…) para coger fuerzas y descansar del calor húmedo de allí, porque también hay que decirlo, estar en Tailandia y no pensar en el calor, es imposible, especialmente si no tienes aire acondicionado en tu hostel.
El deporte por excelencia de los turistas (como yo) es pasearse por los numerosos mercados que hay por todo el país. Allí puedes encontrar (casi) todo. Huevos de colores, calamares secos y prensados que toman a la brasa, pescados secos o inmerso en algo parecido a escabeche, frutos exóticos y los míticos bichos. Y es que uno de los muchos encantos que tiene Tailandia, es la comida.