Como decía un gran compañero de trabajo y amigo en su blog sobre los recuerdos ¿Hasta qué punto lo que recordamos no es más que una transformación de la realidad? ¿No es como realmente lo queremos recordar? Lo bonito de esta confusión mental es que, cuando piensas en un viaje, una imagen, un sabor, ya no elucidas si ha sido real o tan solo un sueño…
Cuando he viajado siempre me ha quedado la sensación de que tras el viaje, éste era si cabe más intenso. Quizás porque desde la distancia queremos sentir lo que allí sentimos otra vez…Escribiendo este post estoy volviendo a “degustar” algunas de las delicias y experiencias que he vivido en Polonia: un país que vive entre las heridas todavía sin cerrar del pasado (quizás es que fueron demasiado profundas) y la necesidad de resurgir y mostrar al mundo lo que vale. Polonia está todavía “en construcción”, es una sociedad y economía en transición… hacia un nuevos hábitos de consumo y estilos de vida.
Partiendo de mi condición de turista ocasional, mi visión de la alimentación polaca estará distorsionada seguro, por lo que me limitaré a transmitir lo que ví, probé y sentí. A grandes rasgos me atrevo a llegar a un conclusión: que la cocina polaca es rica en variedad e ingredientes, y tiene, como se suele decir “mucha sustancia”. Imagino que la delgadez generalizada de los polacos nada tiene que ver con las ingentes raciones de los platos que pude degustar como turista. Quizás dentro de unos años la imagen no sea la misma, ya que entre la tradición irrumpe sin ningún pudor lo occidental y lo “fast”.
Omnipresentes la carne, la patata y las especias: y es que nada sabía realmente a lo que era.
Pero si tiene que haber un papel protagonista, se lo lleva el pepinillo (ogórek): en salmuera, en vinagreta, con carne o pescado. Este último se llevaría el papel de “secundario”, con un consumo per cápita que supone aproximadamente la mitad de la media europea de consumo de pescado. Entre las razones para este tímido consumo pueden estar el poder adquisitivo de la población, o la falta de desarrollar y modernizar la distribución y los canales de comercialización.
En las grandes ciudades no es fácil encontrar pescado fresco de agua salada. En las tiendas y grandes superficies suele venderse ahumado, desecado, en salazón, en conserva, preparado en gelatina…. El pescado de río es más habitual (sobre todo el salmón o la trucha) .
Uno de los habituales de la comida polaca son los pierogi (aunque nos dieron el chivatazo de que realmente eran rusos?). Se trata de un producto tipo ravioli o que también adquieren una forma similar a nuestras empanadillas cuando se preparan al horno. Rellenas de queso (ruskie), carne, verduras…Ambos tipos son exquisitos! Sobre todo si los pruebas en establecimientos especializados como en la pierrogerria de Tórun donde probé estos ejemplares.
Creo que con esto ya hemos abierto apetito. En otro post os seguiré hablando de la larga lista de platos polacos, sus ciudades y su dura historia, tan intensa como su comida.
Pero antes el cuerpo nos pide un trago, habitualmente de la amplia variedad de cervezas existentes en Polonia, ricas y baratas! Pero sin duda la bebida alcohólica más tradicional de Polonia (aunque parece que el consumo va en retroceso, sobre todo en los más jóvenes) es el vodka. Y con ella nos despedimos…na zdrowie!!
(Las imágenes han sido cedidas por Jorge Ferrer…gracias! :))