Cuando uno ha leído La Vuelta al mundo en 80 días del maestro Julio Verne siempre sueña con experiencias como las suyas, tuve la suerte de vivir eso en mi viaje vuelta al mundo durante el proyecto Obea Learning Around the World que evolucionaba a lo que ahora es Trendtrotters y el actual proyecto Food Trendtrotters. Visitar otros países, conocer otras culturas, aprender de otras gentes, experimentar otras formas de vida, y vivir en definitiva situaciones que le hacen a uno crecer tanto personal como profesionalmente.
Muchos grandes libros llevan parejo la posibilidad de un viaje mágico, en el caso de aquellos que permiten pasar de la imaginación a la realidad nos encontramos ante una satisfacción doble y una experiencia fascinante. Hoy es posible emular una parte del singular libro del genial escritor francés, el barco que une las costas de China con las costas de Japón pasa a ser una bella experiencia realizada por algunos viajeros como por los inolvidables personajes de Phíleas Fogg, la bella hindú Auda y el fiel mayordomo Passpartout. Como en muchas facetas de la vida la realidad puede superar fácilmente a la ficción, y es que hoy, en pleno siglo veintiuno y en la era de Internet es posible realizar ese romántico y literario viaje. Cualquier persona con un poco de tiempo y con ganas de aventura puede hacer un maravilloso viaje en barco entre los dos países anteriormente citados, todo ello a la mitad de precio que el avión (sobre todo si haces el trayecto de ida y vuelta).
Es posible realizar en barco la ruta Shanghai – Osaka , de ambas ciudades parten varias veces por semana los ferrys , todo ello en un viaje que te lleva dos días con sus respectivas noches. Sin duda una experiencia que ninguna persona podrá olvidar y que desde Food Trendtrotters os recomendamos.
Durante mi vuelta al mundo el año pasado estaba en la prueba piloto del Proyecto Trendtrotters y pude hacer los mismo que Asier ha experimentado hace un par de meses, vivir en primera persona un viaje legendario, un viaje que une dos países tan cercanos como diferentes. El ferry de Shanghai sale por la mañana y llega dos días después, la vida en el barco fluye al entrar, dejar atrás Shanghai viendo como cientos de barcos cargados con decenas de containers llegan y salen es algo que deja perplejo y nos muestra el potencial de la nueva y futura china, cuando llegas a mar abierto se establecen las relaciones humanas entre los pasajeros del barco como si de una gran familia se tratara, de un lado a otro del barco el viajero occidental recibe lo mejor de las sonrisas asiáticas.
Las horas pasan lentamente en el interior del barco , las primeras son sin duda dedicadas al descubrimiento de los entresijos del barco, a la mayor parte de los viajeros les invade una innata curiosidad y se ve como la gente no para de hacerse las fotos de rigor, en esos primeros tramos se establecen las primeras conversaciones (cuando el inglés puede ser el nexo de comunicación) y así poco a poco con el paso de las horas la gente va acomodándose, para leer, comer los noodles de máquina de vending o pasar a degustar el menú en el bar restaurante. El barco dispone de sala de lectura, de televisión con sofás y de salas de ordenadores . Cuando miras a tu alrededor te das cuenta de que estas en el Océano Pacifico con rumbo al país del sol naciente y te invade una gran satisfacción.
Recuerdo que en mi viaje entablé conversación antes ya de embarcar con una pareja de ancianos chinos que iban de vacaciones en viaje organizado a Japón , la pareja ocupaba la suite del barco como no podía ser menos en dos personas de la clase alta china , sonrieron cuando les dije que no iba en ninguna habitación y que mi alojamiento era en la clase tatami ( es una gran sala sin puertas y durmiendo sobre la confortable colchoneta) . El señor y la señora Chang me miraban con cara extraña al oir como un occidental iba viajando en tatami (el equivalente a 3 clase), lo cierto es que no terminaban de comprender eso y que encima estaba viajando varios meses por el mundo. No obstante , la pareja me agradó con sus sonrisas, sus opiniones y las referencias a la vieja y nueva China, todo ello mezclado con conversaciones literarias y viajeras.
Durante dos noches y dos días en el mar de la China, un viaje entre dos mundos, dos grandes ciudades como Shanghai y Osaka nos sirven como entrada y salida en estos dos fascinantes países. Sin duda un viaje tan literario como inolvidable.
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Esta es una ruta alternativa http://maps.google.com/maps/ms?dirflg=d&doflg=ptk&ie=UTF8&msa=0&ll=33.179223,-45.454288&spn=51.189405,114.169922&t=h&z=4&msid=106698270330070574965.000495520e11cc5b2eaa3
Carlos,gracias
muy bueno lo de la moto de agua 🙂
una suerte que sigamos teniendo esas posibilidades en barcos. Espero que Korea caiga en futuros viajes, y es posible salir de China con otra ruta destino Kobe desde Tianjin.
un fuerte abrazo
La verdad es que viajar de China a Japón a sido una muy buena experiencia, una de las mejores del viaje. En mi caso mi salida se retraso 4 horas por los problemas que había entre China y Japón. Cuando salimos nos pusimos a sacar fotos desde cubierta y me quede alucinado de la cantidad de fábricas a la salida de Shangai.
Recuerdo también buenas conversaciones con estudiantes chinos que iban a comenzar sus estudios en la universidad.